El valor de las conexiones: la ciencia de la complejidad para estudiar ciudades.

¿Por qué ciertas ciudades son el escenario principal de creatividad y productividad económica? Según Jane Jacobs (1961), en su libro Muerte y vida de las grandes ciudades, la ciudad es un problema de complejidad organizada, presenta situaciones en las que media docena o varias docenas de variables varían simultáneamente y de forma sutilmente interconectada. Para estudiar las ciudades debemos verlas no solo como lugares en el espacio, sino como sistema de flujos (Batty, 2013), y para entender los flujos debemos entender las redes – la relación entre los objetos. Una red, en su forma más simple, puede ser representada como  un conjunto de puntos (nodos) conectados por líneas (vínculos) (fig. 1). Muchos de los sistemas físicos, biológicos, y sociales pueden ser entendidos  como redes.


fig. 1

Para explicar mejor la importancia de las redes vamos a ver dos ejemplos pequeños. El grafito y el diamante están compuestos únicamente de carbono; lo que diferencia a estos dos materiales es la forma en la que  los átomos de carbono están organizados y enlazados entre sí en el espacio. Esta diferencia en la organización espacial de la red que conforma el grafito y el diamante genera la diferencia que tienen en valor y propiedades. En otro ejemplo, una Chevrolet Captiva del 2015 cuesta aproximadamente 40,000$ dólares en Cuenca, lo que implica un costo de 21$/Kg. El carro es costoso, sin embargo, este carro cómo chatarra no se vendería por nada. El valor de un bien sofisticado, sea una computadora, un carro o una casa, no está dado por los materiales de los que está hecho, sino por las redes que conectan las distintas partes, y en las redes que previamente permitieron que estas partes se unan. El valor se encuentra en los vínculos más que en los nodos (Hidalgo, 2010). Estas redes generan propiedades emergentes de todo tipo. Entonces, si queremos entender cuál es el valor de un sistema y cómo emerge, necesitamos formas de cuantificar la estructura de  las redes. La ciudad no es una excepción, y las ciencias de la complejidad han generado aportes grandes para poder entender estos sistemas (Batty, 2005).

Ya que la ciudad también puede ser vista como un sistema complejo, crear estructuras (económicas, sociales) bien interconectadas podría generar mejores ciudades. Según (Jacobs, 1961) la proximidad y sobretodo las redes de proximidad (complejidad organizada) es la que permite que las personas intercambien bienes, ya sean económicos, sociales o simples ideas y creatividad. Ella decía que la ciudad no es un problema convencional de orden visual ni jerárquico, sino un problema complejo de factores que interactúan para crear un todo interrelacionado. En este sentido, estas interacciones y las estructuras que se forman a partir de ellas son clave para entender la ciudad. Es interesante ver cómo en los últimos años el urbanismo se ha dedicado a desagregar estas estructuras complejas antes que apoyarlas.

Para ilustrar de forma más intuitiva la importancia de estudiar las redes, y de generar redes de proximidad que promuevan el intercambio dentro de la ciudad usaré el caso de Cuenca. El centro histórico de Cuenca (fig. 2), presenta este tipo de redes complejas de conexiones (espacio público y privado, conexiones de movimiento, conexiones visuales, entre otras). Estas conexiones pueden ser moduladas por los usuarios de los espacios (mediante los balcones o diferentes espacios públicos, privados y colectivos). Estás redes están enraizadas en los patrones de conectividad del ámbito público – calles, plazas, y parques – y el privado – casas, departamentos. Los usuarios tienen distintos grados de control sobre estas conexiones, lo que permite que los barrios puedan cambiar su patrón de conectividad desde “abajo hacia arriba”, es decir tienen la capacidad de ‘auto-organizarse’. Esta capacidad de las redes de auto-organización es de extrema importancia (Newman, 2010), pues genera mayor productividad y aumenta los intercambios de bienes e ideas.


fig. 2

En Cuenca podemos ver también el ejemplo de redes de proximidad con escasas conexiones y estructuras rígidas, que han anulado la interacción entre personas y el uso del espacio público (fig. 3). Usaré el caso de la Av. Ordoñez Lazo, en el cual los edificios en altura, el ancho de la avenida, el flujo de automóviles, y la escasez de espacios públicos de calidad han anulado la conexión de los usuarios con el espacio físico de la ciudad. Los usuarios tienen pocas formas de controlar su grado de conectividad, de auto-organizarse: pueden estar únicamente en la privacidad de sus departamentos o en un espacio público reducido. Las oportunidades de relacionarse con otros habitantes de su mismo barrio es baja, reducida a encuentros cortos en los ascensores y vestíbulos de sus edificios y en el espacio de la vereda. Este tipo de redes de conexión, aunque no llegan a ser casos extremos comparados con otras ciudades del mundo,  fragmentan la ciudad.

 


fig. 3
La ciudad está compuesta por redes, sobrepuestas, conectadas y en constante evolución, que se conforman por distintos nodos y eventos a diferentes escalas físicas y temporales. Sin embargo, la configuración de esas redes y su manera de enlazarse, tiene la capacidad de producir espacios muy diversos; unos que tienen alta productividad económica, sustentabilidad y buenas condiciones de cohesión social; y otros  donde las conexiones son pocas, segregadas espacial y socialmente, y con bajos índices de sustentabilidad. En el primer caso podemos hablar de ciudad, en el segundo de urbanización.  Esto es evidente no solo al momento de caminar y experimentar la ciudad, sino en muchas obras literarias y cinematográficas (les recomiendo ver el intro de Manhattan de Woody Allan). Las ciencias de la complejidad se diferencian mucho del resto de las disciplinas, ya que su meta es desarrollar un entendimiento no a través de métodos reduccionistas de análisis, en los que los sistemas naturales se reducen a sus componentes y son analizados de manera independiente, sino estudiar cómo interactúan los componentes de un sistema, generando propiedades y comportamientos emergentes (Hidalgo, 2008).

Autor: Mateo Neira

Bibliografía

Batty, M. (2005). Cities and complexity: Understanding cities through cellular automata, agent-based models, and fractals. Cambridge, MA: The MIT Press.

Batty, M. (2013). The new science of cities. London, England: The MIT Press.

Hidalgo, C. (2008). Thinking outside the cube. Physics World, 34-37.

Hidalgo, C. (2010). The value in the links: Networks and the evolution of organizations.

Jacobs, J. (1961). The death and life of great American cities. New York: Random House.

Newman, M. (2010). Networks: An introduction. New York: Oxford University Press.